miércoles, 17 de octubre de 2007

Las Democracias y la guerra

Robert Dahl en su libro “La Democracia, Una guía para ciudadanos” sostiene que la democracia es el mejor sistema de gobierno existente. A lo largo de su libro argumenta sus razones y también señala que requisitos debe tener una democracia. También entrega sucintamente una serie de consecuencias benéficas que produce la democracia en las naciones. Según el autor una democracia evita la tiranía, garantiza derechos esenciales, da un amplio grado de libertad general, autodeterminación, autonomía moral. Promueve el desarrollo humano, la protección de intereses personales esenciales y la igualdad política. Finalmente argumenta que la democracia moderna trae prosperidad a las naciones y, por último, afirma que las democracias modernas no se hacen la guerra entre sí.

Este último argumento, pese a ser muy sugestivo no está lo suficientemente sustentado como para calificarlo como válido. El principal respaldo del autor es el hecho que durante los últimos 50 años ninguna democracia entró en guerra con otra.

Vamos a los hechos,

En primer lugar, existen una serie de factores adicionales por los cuales las naciones democráticas no han entrado en guerra durante los últimos 50 años. Los factores que han evitado dicho suceso se pueden resumir en: La situación hegemónica alcanzada por la nación americana, la alianza militar de la NATO, la estabilización y aceptación de la mayor parte del las fronteras entre las naciones democráticas, el costo cada día mayor de iniciar una guerra, y en menor medida, la baja cantidad de democracias en el mundo para probar como cierto el argumento de Dahl.

Para entender el porque las naciones van o no a la guerra, debemos comprender un poco de teoría de relaciones internacionales. La corriente con mayor respaldo empírico e histórico sobre el tema es la Teoría Realista[1]. Esta sostiene que el sistema internacional es un mundo de autoayuda y en anarquía, donde las naciones compiten entre ellas por poder relativo y como objetivo final aspiran a alcanzar la hegemonía. Situación donde ninguno de sus vecinos está en capacidad de amenazarle debido a su poder, tanto militar como económico. La razón de esta competencia por el poder es asegurar su continuidad como ente independiente.

En historia moderna solamente una nación ha alcanzado, y todavía mantiene, el grado de hegemón: Estados Unidos. Dicha posición la alcanzó en la Segunda Guerra Mundial, desde entonces su capacidad militar y económica ha representado aproximadamente un 35 y 40%, respectivamente, del total mundial. Una vez alcanzada la hegemonía en América ninguna nación del continente consideró enfrentarla, ni ella les vio como amenaza a sus intereses vitales. Como ejemplo: Canadá desechó por inviable cualquier plan de defensa frente a una invasión estadounidense en 1953. Islandia y Puerto Rico, ambas islas en su zona de influencia, le confiaron su defensa y renunciaron a tener FFAA propias.

Una vez finalizada la SGM, surgieron como vencedores absolutos EEUU y la URSS. Esta última era también aspirante a hegemón, pero en el continente eurásico. Para lograr su objetivo arrastró a su órbita a todos los países de Europa oriental y su siguiente paso natural sería intentar ejercer presión sobre el resto del continente europeo[2]. Tal situación impulsó a las restantes naciones europeas liberadas a buscar una alianza con EEUU, la mayor potencia mundial, pero que afortunadamente estaba al otro lado del océano. Dicha alianza se materializó en la North Atlantic Treaty Organization (NATO), la que ha sido hasta hoy la mayor alianza militar de la historia. Es fácil darse cuenta que las democracias europeas no entraron en guerra por ser democracias, sino porque estaban unidas contra un enemigo común. Incluso hoy en día, dicha alianza sigue siendo un factor muy fuerte dentro de Europa. Cabe recordar que EEUU todavía mantiene una fuerza de 70 mil hombres y una considerable capacidad nuclear solamente en Alemania[3]. Esta fuerza militar es un factor siempre a considerar por los diplomáticos europeos.

Otro factor importante ha sido la mayor delimitación de las fronteras internacionales y su legitimación mediante la jurisprudencia internacional. Uno de los mayores gatilladores de conflictos internacionales ha sido el desconocimiento de una frontera establecida. Basta recordar nuestro pasado reciente para saberlo. En la menor ocurrencia de conflictos influye también el costo cada día mayor de tener una fuerza militar en combate y más aun su creciente poder destructivo. Por dar ejemplo, analizando los Leopard 2A4, recientemente adquiridos por Chile. Además de costar 8 veces más que el mejor blindado alemán de la Segunda Guerra Mundial, poseen un poder destructivo 5 veces superior. Ir a la guerra, con una fuerza militar de buen nivel, es un lujo que pocas naciones pueden darse.

Finalmente el argumento de Dahl tiene un problema mayúsculo: ¿Cuántas naciones son realmente democráticas en el mundo?, ¿Desde hace cuánto tiempo? Podríamos catalogar a naciones como Bolivia, Rusia o Irán como democracias, pese a que tienen procesos electorales. Cuanto siglos de historia tiene la guerra, contra cuantas décadas tiene la democracia, en el pasado ya se conocieron años de relativa calma con sólo algunos conflictos periféricos, bien conocido fue el resultado de la paz de Viena propugnado por Metternich en 1815. Quizás sólo vivamos eso, un momentáneo oasis de paz.

Resumiendo todo lo anterior: hay factores con mucho más peso que el estado democrático de las naciones para explicar el porqué no entran en guerra. Ya es admitido por el propio autor que las democracias no han tenido problemas en iniciar guerras contra países no democráticos, pero eso podría explicarse estadísticamente. ¿Qué proporción de naciones verdaderamente democráticas existen? ¿Cuál es balance militar entre ellas? Es cierto que la democracia es un factor balsámico entre las naciones, quizás Islandia y Puerto Rico no habrían aceptado por las buenas una alianza con EEUU si fuese un gobierno autoritario.

Pero considerar la democracia misma como el factor primordial para evitar la guerra entre países democráticos no sólo es insuficiente, sino potencialmente suicida.



[1] Para mayor detalle leer John J. Mearsheimer, “The Tragedy of Great Power Politics”, Norton 2003

[2] Ibíd, p. 190

[3] James F. Dunnigan “How to Make War”, QUILL 1993 (Uno de mis libros de cabecera, by the way...)

5 comentarios:

Davor Mimica (www.davorloft.cl) dijo...

Para complementarte, Emilio, Amartya Sen (Nobel Economía 1998) se basa en otro principio fundamental que (junto a la ausencia de guerras), nos habla de las ventajas de la democracia como sistema de gobierno.

Básicamente, su investigación nos habla que jamás ha habido una hambruna importante en una democracia funcional.

A pesar de las tempestades, sequías, inundaciones (elementos no controlados por el sistema político ni la sociedad), las democracias debido a sus incentivos electorales, siempre actúan más eficientemente para satisfacer las necesidades básicas de la población ante una emergencia de estas categorías.

Simplemente los incentivos de "perder la pega si la gente me deja de apoyar" son demasiado potentes como para siquiera permitir daños a la población. Esto -por supuesto- incluye enfrentamientos militares, hambre y otras calamidades.

Sólo en dictaduras o democracias con demasiados "costos de transacción" (hablando económicamente), donde el sentir popular no se traslada en forma fluida hacia el poder político, podemos considerar decisiones gubernamentales que lleven a guerras evitables o inacciones que puedan llevar a sufrimientos como el hambre en el caso de una catástrofe ambiental.

De hecho en este tipo de casos es cuando podemos realmente juzgar la calidad de una democracia. Tal como los márgenes de utilidad nos permiten medir la calidad de la competencia en un mercado determinado.

Emilio Meneses P. dijo...

Hay que analizar ese punto, una democracia con altos costos de transacción podría ser India bajo esos parametros, si bien es cierto el punto de Amartya, debe considerarse también desarrollo tecnológico y económico de una nación.

Creo que ambas cualidades suelen estar bien avanzadas en la mayor parte de las democracias funcionales (aunque no es algo biyectivo).

Voy a seguir profundizando en el tema de la democracia, para futuros debates

Saludos y gracias por tu visita

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Creo que debemos considerar dos factores esenciales:
Primero, qué entendemos actualmente por guerra, cuando éstas ya no se circunscribe al Estado, sino a otros actores no estatales, y donde definirla en términos cuantitativos o estado céntricos, es errado considerando el escenario internacional actual. Por lo tanto, la Teoría realista se vuelve poco funcional.

Segundo, qué entendemos por democracia, dónde incluímos las anocracias y los regímenes fallidos, tal como dices tú, y las relaciones que se producen entre los diversos actores, donde los límites del estado y el poder se vuelven difusos.

La Paz Kantiana, de la cual Dahl sacó la idea base, es imposible con el despotismo actual.

Emilio Meneses P. dijo...

Jorge:

Cuando me refiero a guerra hablo de un conflicto armado declarado. Y sobre las democracias me refiero a las gobiernos verdaderamente funcionales como tales (dictaduras, guerrillas y demases importan un comino para los fines de mi post).

Además la teoria realista define bastante bien el actuar de grupos extra estatales, mientras sean una agrupación definida o un instrumento de otro estado. Y sigue teniendo demasiada validez ya que los estados siguen siendo los actores principales en el sistema interacional.

Quien tienen problemas es la teoría liberal..que pronosticaba el fin de los conflictos internacionales con la caída del muro de Berlín.

Y sobre la paz kantiana, que es un imposible. Tengo mis dudas que sea la inspiración de Dahl, así que prometo pegarle una llamada por telefono para preguntarle :-P

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Actualmente el escenario es muy distinto al de la Guerra Fría, como dice Betts: “los pilares de la política de seguridad de la Guerra Fría –la disuasión y el control de armamentos- ya no son lo que fueron. Algunas de las nuevas amenazas podrían no ser susceptibles de disuasión, y para hacer frente a las WMD la importancia del control de armamentos se ha vuelto marginal.”

O como dice Gaddis: "Los elementos que daban estabilidad al sistema durante la Guerra Fría…han desaparecido, dando paso a un múltiples focos de poder e influencia y contra-influencia, y antagonismos de todo orden."

Como dice Stanley Hoffman, criticando la teoría realista:
“Los que hablan de un mundo unipolar confunden el poder militar de Estados Unidos, que no tiene rival, con la preeminencia en lo que respecta al poder real…”

Laquer indica que: “la demanda de democracia política no sea abrumadora –según las encuestas de opinión pública sólo un porcentaje aproximado del 10% está a favor de un sistema político de este tipo-.”
Y como indica el Human Security Report: "Hoy los conflictos tienden a ser guerras civiles de intensidad baja, o guerras asimétricas, en las cuales fuerzas de alta tecnología luchan con opositores mal armados. Los ejércitos del mundo cambian también, confiando más en soldados infantiles, fuerzas paramilitares y firmas militares privadas."